En un momento de mi vida quise aventurarme por el camino de la independencia o como se dice más común en el medio “freelance”. Durante esos días y meses estuve pensando en una filosofía de trabajo; por fin me había llegado el momento de escoger mis propios clientes, de decirle no al que me pedía cambios estúpidos y sin sentido. En ese momento desarrollé mi propio “credo” publicitario y ahora quiero compartirlo en este Blog. Puede resultar algo utópico pero es mi visión de cómo deberían ser las cosas:
Creo en la publicidad que no sólo habla del producto en sí.
Creo en los mensajes positivos.
Creo en la creatividad que no es otra cosa más que pensar y
dar soluciones no convencionales.
Quiero creer que no tengo clientes sino amigos.
Creo que mis clientes son expertos en sus productos y
negocios, más no en el tema de marca.
Creo que lo más simple es lo más ganador.
Creo en las marcas que hablan como personas y que sienten
como personas.
Creo en el impacto social de la publicidad.
Creo que trabajar de día es más productivo que en la noche.
Creo en las ideas con historia y en las historias que
emocionan.
Creo en la publicidad pensada con las neuronas del corazón.
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