Ya creo saber porque tengo tanto apego a esta calle; tal vez porque me ha visto reir y también llorar. Cada día me acompaña por 30 segundos de mi vida. Fue allí donde sentí que mi vida terminaba. Pero más que la calle son sus árboles, los extraño, los miró, los saludo, ellos son mis amigos, siempre plantados en su sitio viéndome pasar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario